El mejor
regalo de San Valentin.
-¡Dame-Tsuna, despierta!-grito un
moreno entrando por la puerta.
-Reboorn...déjame dormir...para
siempre.-dijo el castaño escondiéndose más entre las cobijas de su
cama.
-¿Qué estas diciendo? Tienes que ir a
clase.-dijo el otro mientras le quitaba la manta.
-¡Déjame! Este es el peor día del
año para mí-decía el ojimiel mientras volvía a taparse.
El ojinegro no aceptó lo dicho por el
menor y de una patada lo sacó de la cama y le obligó a vestirse y
dirigirse hacia la cocina para desayunar con su madre.
Una vez la mujer vio entrar a su hijo
en la sala con la cara de cansancio de todos los años, a causa del
día en el que estaban, se acercó hacía el y le dio un suave beso
en la mejilla.
-Buenos días Tsu-kun. Y no pongas esta
cara que no es para tanto.-decía Sawada Nana, la madre del dulce
castaño Sawada Tsunayoshi.
-Kaa-san...esto te divierte mucho
¿verdad?-dijo el ojimiel soltando un gran suspiro.
-Hai.-respondió esta con una gran
sonrisa.
-¿De qué estáis hablando?-preguntó
el arcobaleno.
-De que hoy es San Valentín.-dijo
emocionada la mujer, haciendo que al ojimiel le recorriera un
escalofrío por todo el cuerpo.
-¿Y qué tiene?-preguntó aún más
extrañado ante la reacción del menor.
-Pues que Tsu-kun es muy popular este
día.-comentó divertida la mujer. El moreno solo levantó una ceja,
pensó que la mujer seguía soñando ya que su alumno no era muy
popular que digamos. El castaño se dio cuenta de lo que pensaba su
tutor y decidió aclarárselo.
-Cuando salgamos...fíjate bien en lo
que pasa.-dijo este dando un suspiro.
Terminó de comer, cogió sus cosas y
junto al pelinegro se dispusieron a salir de la casa. Al abrir la
puerta, una avalancha de regalos, flores, bombones, peluches, cartas,
etc, etc, estaban en la entrada.
-¿Qué demonios?-dijo el mayor ante lo
cual el menor solo suspiró.
-Esto es el por qué no me gusta este
día.
Tardaron un poco en poder apartar todos
los objetos y dirigirse a la escuela. De camino muchos hombres se
quedaban mirando al ojimiel mientras babeaban.
-¿Qué se supone que está
pasando?-preguntó extrañado el mayor.
-Siempre pasa lo mismo. Cuando tenía 7
años, hice una apuesta con mi hermano y unos amigos en la cual, nos
teníamos que disfrazar los dos de chicas y confesarnos a un chico.
El que primero consiguiera una aceptación y un beso en la mejilla
ganaba.-dijo mientras suspiraba.- El problema es que, desde ese día,
cada San Valentín me acosan los chicos, es como si mis feromonas
solo actuaran este día. Lo bueno es que me ven tan frágil que no se
atreven a acercarse ya que otra persona se los impide.
-Bien...1º, no sabía que tenías un
hermano y 2º, ¿no has intentado hacer nada para pararlo?
-Claro que lo he intentado pero no hay
manera. Normalmente ante mis torpeces la gente se ríe pero este día
les parece adorable. Es como si pensaran con otra parte.-respondió
mientra volvía a suspirar.
-Pues tendremos que hacer algo.-paró
para pensar un rato.- ¿A tu hermano le pasa lo mismo?
-Le pasaba.
-¿pasaba?¿en pasado?¿y qué se
supone que hizo?
-Se consiguió novio a los 9 y siguen
siéndolo desde entonces.
-Vaya...¿y porqué no lo intentas tú?
-¿Te crees que yo puedo salir con
alguien así como así?
-No pero que yo sepa te gusta cierto
prefecto de cierta escuela y que forma parte de cierta
mafia.-respondió el mayor sonriendo maliciosamente.
-Ca-cállate-dijo el castaño mientras
se sonrojaba de sobremanera.
Mientras discutían llegaron a la
escuela. El comité de disciplina estaba revisando los uniformes como
normalmente y cierto moreno miraba al castaño de manera extraña, al
parecer del menor.
-Sawada, ven a mi oficina.-dijo el
mayor. El menor solo asintió y siguió al mayor hasta la sala del
comité disciplinario.
Una vez entraron le indicó al castaño
que se sentara en el sofá mientras él cerraba la puerta con llave.
Luego se giró y se sentó al lado del menor.
-Bien...¿me puedes explicar qué es
todo esto?-preguntó el ojinegro mientras señalaba una montaña de
regalos dirigidos hacia el ojimiel.
-E-eso es...-se quedó un poco atónito
ante esa gran montaña de regalos.- Lo siento...van dirigidos a
mí.-respondió en un susurro mientras agachaba la cabeza.
-Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es
por qué son para ti y por qué los han mandado aquí.-respondió un
poco enojado.
-Eso es...bueno...no sé por qué lo
mandaron aquí y...sobre lo primero...-el castaño suspiró y le
contó toda la historia al mayor.
-Así que es por eso...-dijo mientras
miraba a un sonrojado castaño a su lado.- Está bien no es culpa
tuya...pero ¿como piensas arreglarlo?- preguntó mientras acariciaba
los orbes castaños del menor.
-N-no no lo se...-dijo avergonzado ante
el acto del moreno.- Reborn dijo que me buscara una pareja como hizo
mi hermano.
Al moreno eso le cayó como un balde de
agua fría. El no quería que su dulce ojimiel, y recalco SU ojimiel,
saliera con nadie.
-Pero eso no garantiza que te dejen en
paz.-dijo intentando que no se tomara en serio las palabras del bebé.
-Si...eso ya lo sé además...yo no
saldría con alguien que no me guste.- respondió el menor mientras
se sonrojaba aún más.
-Ya veo...eso significa que ¿hay
alguien que te gusta?-preguntó el mayor mientras deseaba que la
respuesta fuera un “no” o un “si pero no me corresponde” en
el segundo caso, mataría al idiota que no se fijaba en lo lindo que
es el castaño pero también significaba que tendría alguna
posibilidad.
-¿eh?Bu-bu-bueno...se...puede decir
que...si,supongo.-finalizó el ojimiel más que avergonzado. El pobre
no sabía por qué el mayor le hacía esas preguntas.
(N/A: Hay Tsu-chan que inocente
e ingenuo eres. Inner: Cállate. Eso ya lo sabemos todos. Yo:
qué mala)
-Ya veo. ¿Y quién es la afortunada?
-preguntó un poco molesto por que al pequeño ya le gustara alguien.
-El.-dijo el menor mientras ladeaba la
cabeza.- Y además...es imposible que se fijara en mí.
-¿Y quien es ese idiota?-volvió a
preguntar mientras se acercaba al ojimiel, le cogía de la barbilla y
hacía que le mirara a la cara.
El castaño no supo que decir, solo se
sonrojó y, en acto de estupidez según él, no hizo otra cosa que
besar al moreno. Fue un beso tierno, torpe y casto el cual solo duró
unos segundos.
Después de separarse el castaño se
sonrojó aún más, se levantó y se dirigió a la puerta más rápido
que la luz pero, aún así, el ojinegro fue más rápido. Le cogió
del brazo y lo sentó sobre su regazo para luego besarle.
Este, al contrario del primero,era un
beso húmedo, demandante, pasional y salvaje que duró unos minutos
para finalmente separarse a causa de la falta de aire.
El menor miró al moreno sonrojado, con
los ojos entrecerrados y un hilito de saliva que le escurría de la
boca, una imagen muy excitante para el ojinegro.
-¿Po-por...que?-preguntó este al
recuperarse un poco del apasionado beso recibido.
-Tú me besaste primero.- le recordó y
esto hizo que el otro se sonrojara aún más, si es que era posible.-
Pero...es por qué te quiero, mi lindo conejito.
-Hibari-san...yo...-le dio un pequeño
beso y le abrazó.- También te quiero.
-Hmp.
Luego se volvieron a besar.
“Por fin conseguí a mi dulce
conejito y no pienso dejar que nadie me separe de él” pensó el
moreno.
Por otra parte el castaño también
estaba muy feliz.
“No puedo creer que el día que más
odiaba se convirtiera en el mejor de mi vida. Este, definitivamente,
es el mejor regalo de San Valentin” pensaba el ojimiel.
Desde la ventana, un bebé lo había
observado todo y sonrió al ver que por fin su alumno había
conseguido el único regalo que realmente quería.
......Fin......
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