Capítulo
1
Se encontraban una mujer morena, de
ojos negros, piel pálida y de mediana edad junto a una pelirroja de
ojos azules, piel también blanquecina y de mediana edad, sentadas en
una mesa en el jardín de la última tomando el té tranquilamente
mientras conversaban.
-¿Y ya encontraste canguro
Miko-chan?-le preguntó la pelirroja a su amiga.
-La verdad es que no.-respondió
después de suspirar.- A Sasu-chan no le ha gustado ninguna de las
candidatas, dice que todas intentan tocarlo de más.-se quejó la
morena.
-Jejeje eso te pasa por tener un hijo
tan lindo. Hasta a las universitarias enamora.-comentó con gracia la
pelirroja haciendo que su amiga hiciese un puchero.
-Tú no te quedas atrás. Tanto
Dei-chan como Naru-chan son una lindura. ¿No te preocupa que alguien
les intente hacer algo?-le preguntó curiosa.
-Mmm.... pues no. Sabes que Dei tiene
mi carácter explosivo, por lo que no deja que ningún varón se le
acerque. Y en cuanto a Naru.... pues al ser tan tierno, lindo e
inocente es verdad que tiene muchos acosadores pero... es por eso que
tanto Dei como Minato lo sobreprotegen tanto. Ambos se preocupan
mucho por él y lo mantienen vigilado las 24 horas del día.-respondió
con una gran sonrisa.
-Jajajaja es verdad. Minato siempre a
sido muy receloso con dejar que su bebé conozca a cualquier varón.
Por eso todavía Naru y Sasu no se han podido conocer.-comentó con
gracia la morena.
-Si... es una pena. ¿Te imaginas que
terminaran casándose?-preguntó ilusionada la ojiazul.
-Jajajaja de seguro intentaría matar
mi niño.-respondió la ojinegra.
-Bueno, cambiando de tema. ¿Cómo le
va a Itachi-kun en el extranjero?-le preguntó.
-Pues muy bien. Está haciendo un gran
trabajo con la sucursal de allí, aunque me encantaría que volviese
aunque fuera por un par de días.-comentó con algo de tristeza la
mujer.
-Tranquila. Sé que le echas de menos
pero es un chico muy maduro y responsable, no por nada ya tiene 22
años.-le dijo para animarla.
-Si lo sé. ¿Te puedes creer que
todavía no tiene pareja?-le preguntó.
-¿En serio? Pero si es uno de los
varones más apuestos.-dijo sorprendida la pelirroja.
-Si, pero dice que todas las mujeres y
donceles que se le acercan es solo por su físico o por su dinero.
Piensa que nunca encontrará a su persona especial.-le explicó la
morena.
-Pues que pena. Pero yo creo que sí
que encontrará a alguien que le quiera por como es.
-Si eso espero. No quiero que se quede
solo el resto de su vida por ser muy exigente.
-Tranquila. Yo pienso lo mismo de
Dei....-no puedo continuar por que una voz a sus espaldas la
interrumpió.
-¿Yo qué mamá?-preguntó un chico
rubio pelilargo, de ojos azules y piel pálida mientras cargaba en
sus brazos a un lindo rubio de cabello corto y también de ojos
azules pero de piel más acanelada.
-¡Kaa-chan!- gritó el menor de apenas
8 años mientras saltaba de los brazos de su hermano y corría hacia
su madre.
-¡Naru-chan!-gritó feliz la mujer
mientras abrazaba fuertemente su hijo menor. La morena rió al ver lo
efusiva que era su amiga, al igual que su hijo mayor que también les
miraba divertidos. Al oír las leves risitas el menor miró en su
dirección y sonrió contento.
-¡Tía Mikoto!-gritó para luego
soltarse de su madre como había hecho con su hermano y lanzarse
hacia ella como había hecho con su madre.
-¿Cómo estás pequeño?-preguntó
contenta la mujer mientras lo sentaba sobre su regazo.
-Muy bien. Dei-nii me llevó al parque
y después me compró un gran helado.-respondió contento y con una
gran sonrisa en el rostro.
-Mamá. No respondiste a mi
pregunta.-comentó el mayor al sentarse junto a su madre en la mesa
de redonda de mármol.
-Solo estábamos hablando cariño. No
es nada malo.-respondió con una gran sonrisa la mujer. Estuvieron un
rato en silencio viendo como la morena el menor de los Namikaze
hablaban felizmente hasta que a la pelirroja se le ocurrió una gran
idea.
-Nee ¿Dei-chan?-le llamó su madre.
-Dime.
-¿Tienes algo que hacer mañana?-le
preguntó con una gran sonrisa.
-No ¿por qué?-respondió este
mirándole confundido.
-Pues verás. ¿Podrías hacer de
canguro para el hijo de Miko-chan?-le preguntó.
-¿Eh?-dijo sin entender. La morena
entendió lo que pretendía su amiga a sí que procedió a
explicárselo todo al rubio mayor.
-Es que... tanto Fugaku como yo tenemos
una cena de negocios y mi hijo mayor está en Francia por lo que
necesito a alguien para que cuide de mi hijo menor.-explicó.
-Pero... ¿por qué yo?-preguntó
confundido.- Debería de haber mejores personas para ello.- volvió a
decir.
-La verdad... es que a todas las chicas
a las que he entrevistado querían algo más con mi hijo.-respondió
para después suspirar.
-A pesar de que Sasu-chan tiene la
misma edad que Naru, llama mucho la atención de las mujeres y
donceles por lo que a Miko-chan le está costando mucho encontrar a
alguien para cuidarlo.-dijo ahora su madre.
-Bueno... si solo es una noche no pasa
nada.-respondió comprensivo el rubio mayor. Su hermanito también
llamaba mucho la atención de los varones y si él no estuviese para
cuidarlo, su madre también lo tendría difícil.
-Pero Dei-nii, prometiste jugar conmigo
mañana.-comentó el menor mientras hacía un lindo puchero.
-Gomen nee Naru.-respondió el mayor.
-Tranquilo Dei puedes llevar a Naru.
Además estoy segura de que se llevará bien con Sasuke.-dijo su
madre. Bueno si ella estaba de acuerdo el mayor no tenía ningún
inconveniente.
Al menor se le iluminó la cara al oír
a su madre decir aquello.
-¿De verdad puedo, Kaa-chan?-le
preguntó ilusionado.
-Pues claro cariño. Miko-chan está de
acuerdo también.-dijo mientras le sonreía. La morena por su parte
asintió en cuanto tuvo la mirada del menor sobre ella.
Después de aclarar un par de detalles,
la morena se marchó hacia su casa contenta mientras que el rubio
menor estaba encantado de conocer a alguien nuevo.
Al llegar a su casa la morena fue
directamente a la habitación de su hijo menor, encontrándolo sobre
la cama leyendo. Era un chico con la piel pálida, los ojos tan
negros como el carbón y el cabello azabache con tonos azulados y
terminados en punta.
-Sasu, tengo una gran noticia.-le dijo
una vez se acercó hasta donde él se encontraba.
-Dime.-respondió curioso mientras
miraba a su madre. Era raro que ella sonara tan feliz.
-¿Recuerdas a Kushina?-le preguntó
mientras se sentaba al lado de su hijo.
-Si. Es tu amiga desde la
secundaria.-respondió serio como siempre.
-Pues verás. Kushina tiene dos hijos.
El mayor es Deidara y tiene 18 años mientras que el menor tiene 8 al
igual que tú.-le explicó contenta. El azabache frunció el ceño al
oír aquello.
-¿Qué quieres decir mamá?-le
preguntó mirándola desconfiado.
-Lo que quiero decir es que Dei accedió
a cuidar de ti mañana y traerá a Naru-chan.-finalizó.
-¿Por qué tiene que cuidarme y encima
traerse a su hermano?-preguntó molesto el menor.
-Mira Sasuke. Se que eres muy
inteligente pero aún así eres pequeño y no pienso dejarte en casa
solo toda la noche. Deidara es un gran chico y Naru-chan es súper
lindo, ninguno de los dos intentará nada, ya que los conozco muy
bien. Así que por favor se bueno con ellos. Sobretodo con Naru que
es muy inocente.-le explicó tranquilamente.
-Está bien.-accedió el menor para
luego suspirar y volver su atención al libro que estaba leyendo
anteriormente. La mujer sonrió feliz al oír la respuesta de su hijo
y luego salió de la estancia para dirigirse hacia la cocina para
preparar la cena.
Al día siguiente, todo comenzó como
estaba acostumbrado. El azabache se levantó temprano, se duchó y
cambió de ropa. Después bajó las escaleras para encontrarse a su
madre en el comedor, terminando de acomodar los platos. Su padre ya
se encontraba allí sentado, leyendo el periódico.
El menor frunció el ceño al observar
la silla vacía que correspondía su hermano. Mentiría si dijese que
no echaba de menos al mayor pero, no podía hacer nada si estaba
trabajando, aunque procuraba llamarle todas las semana para
preguntarle como estaba. Sin más se sentó en su lugar y procedió a
desayunar.
Lo que resta de día sucedió como
siempre. Su madre salía junto al menor a hacer la compra, al volver
iba al jardín a cuidar de sus preciadas flores mientras este leía
entretenido en el salón, y por la tarde hablaban un rato de las
clases junto a su padre para después merendar los tres.
Finalmente llegó la noche y sus padres
ya estaban en la entrada arreglados perfectamente. En ese momento
sonó el timbre de la puerta y su madre sonrió más que feliz para
abrir la puerta rápidamente.
Al otro lado, se podía observar a
ambos rubios, el menor en brazos del mayor. Sonrió contenta al igual
que el pequeño rubio, que no tardó en saltar a sus brazos.
-¡Tía Mikoto!-gritó mientras la
abrazaba.
-¡Naru-chan!-gritó ella contenta.
Tanto su marido como su hijo menor
miraron la escena confundidos. La mujer no solía gritar ni
comportarse de aquella forma, al menos, no delante de ellos. El rubio
pelilargo rió divertido al ver la expresión de ambos hombres.
Definitivamente, el pasar tanto tiempo con su madre le había pegado
ciertas manías a la morena.
-Buenas noches, Mikoto-san.-saludó el
mayor.
-Buenas noches, Dei-chan.-saludó ella
mientras bajaba al menor.- Bien os presentaré. Este de aquí es mi
marido Fugaku.-dijo mientras le señalaba.- Y este pequeño de aquí
es mi hijo Sasuke.
-Encantado.-respondieron ambos de forma
cortante y seria. La mujer suspiró al ver lo mucho que se parecían
esos dos. ¿Por qué no había podido salir a ella el menor?
-Encantado. Yo soy Namikaze Deidara y
ese revoltoso de allí....-dijo mientras señalaba a su hermanito, el
cual había comenzado a mirar curioso por todas partes y no se
quedaba quieto.-... es mi hermano pequeño Naruto.-finalizó.
-Encantado-ttebayo.-dijo él mientras
les sonreía. Por un momento el azabache se quedó paralizado al ver
aquella sonrisa pero pronto movió la cabeza para quitarse esas ideas
tan raras.
-Bueno chicos. Nosotros nos vamos.-dijo
la mujer para luego arrastrar a su marido hacia el coche.
Una vez quedaron los tres solos el
azabache volvió a sentarse en el sofá de la sala y cogió su
querido libro.
-¿Qué haces?-le preguntó curioso el
rubio cuando se sentó a su lado.
-Leer.-respondió cortante.
-Eso ya lo sé.-dijo el rubio haciendo
un lindo puchero, lo cual hizo sonreír levemente al ojinegro.
-¿Entonces?-le preguntó sin dejar su
libro.
-¿Es tan interesante? ¿De qué va?-le
preguntó inocentemente mientras se acercaba más al otro intentando
leer.
-Hmp. Va sobre asesinatos.-comentó
como si nada.
-Ehh.... ¿y no es muy difícil de
entender?-le volvió a preguntar.
-No.-respondió tranquilo.
El rubio curioso se acercó aún más
al contrario. Realmente quería leer lo mismo que el azabache. Este
divertido decidió que así no lograría nada.
-Ven. Siéntate aquí.-le dijo mientras
hacía espacio para que el ojiazul se sentase entre sus piernas. El
menor asintió contento para después acomodarse mejor, sintiendo el
pecho del azabache en su espalda y su aliento en el cuello.
Tranquilamente comenzaron a leer y
cuando el ojiazul no entendía algo se lo preguntaba al ojinegro el
cual le respondía lo mejor que sabía. Todo aquello fue observado
por el rubio pelilargo que primero frunció el ceño pero después
vio que hacían una linda pareja. Además si era el hijo de
Mikoto-san lo más probable es que las dos mujeres hubiesen planeado
aquello.
Con un suspiro procedió a caminar
hacia la cocina para hacerles la cena a esos dos, que sabía que
estarían muy entretenidos con aquel libro. Ya había salido del
salón cuando oyó la puerta abrirse. Se acercó curioso por ver
quién sería.
-¿Usted quién es?-le preguntó cuando
vio a un moreno de cabello largo atado en una cola baja, con los ojos
negros y unas marcas debajo de estos que parecían ojeras y, la piel
blanca entrar por la puerta.
-¿Eso no debería decirlo yo? Esta es
mi casa.-comentó el contrario. Su grave voz hizo que un escalofrío
recorriera todo el cuerpo del rubio.
-Entonces tu debes de ser Itachi-san.
El hijo mayor de Mikoto-san.-dijo el rubio.
-Así es, pero... ¿puedo preguntar
quién eres tú?- le preguntó un tanto divertido.
-Ah. Claro. Soy Namikaze Deidara, el
hijo mayor de Kushina.-respondió mientras se sonrojaba levemente. El
mayor no había debajo de examinarle el cuerpo con sus penetrantes
ojos negros. El moreno sonrió al ver el efecto que estaba causando
al cuerpo contrario.
-Ya veo. La amiga de mamá. ¿Y qué
haces aquí?-le volvió a preguntar mientras se acercaba al otro.
-Pues... Mikoto-san me pidió que
cuidara de Sasuke-kun por que ella junto a su marido tenían una cena
muy importante.-respondió.
-Ahh... ¿y dónde está?-preguntó al
no verle allí. Normalmente al oír la puerta se habría acercado y,
más si oía su voz. El rubio intuyendo los pensamientos del mayor
rió divertido, llamando la atención de este. El rubio tenía una
muy linda risa y el mayor no pudo evitar sentirse atraído por ese
precioso doncel. Era el chico más lindo que había conocido en toda
su vida y se veía que no era como todos los demás que se le
acercaban.
-Sasuke-kun está en el salón leyendo
junto a Naru.-respondió el ojiazul.
-¿Naru?-preguntó curioso.
-Jejeje es mi hermano
pequeño.-respondió mientras ambos se dirigían hacia el lugar
mencionado.
Al llegar el moreno se sorprendió por
lo que vio. Nunca había visto a su hermano tan a gusto con otra
persona que no fuese de la familia y, ahora, lo encontraba tan
tranquilo leyendo con un lindo rubio sentado entre sus piernas.
-Vaya. Esto no me lo habría imaginado
nunca.-dijo sorprendido. Al oír aquella voz el azabache miró hacia
la puerta.
-Aniki.-mencionó sorprendido, sin
demostrarlo por fuera, pero no se movió de su lugar.
-¿Es tu hermano Sasu?-preguntó
lindamente el rubio menor mientras giraba un poco a verle.
-Si. Aniki él es Naruto, Naruto él es
mi aniki Itachi.-dijo como si nada. El rubio iba a levantarse pero al
sentir que el azabache no quitaba sus brazos de su cintura, solo
sonrió mientras miraba al mayor.
-Encantado.-dijo y sin más volvió su
mirada al libro que tenía en frente. El mayor se dio cuenta de algo
y sonrió divertido.
-Sasuke. ¿Has vuelto a robar un libro
de la estantería de mi habitación?-le preguntó a su hermano. Este
volvió a mirarle enojado.
-No lo robé. Solo lo cogí
prestado.-respondió ante la pregunta de su hermano.
-¿Y no podrías haberme preguntado al
menos?-volvió a preguntar.
-Tú estabas fuera y tenía planeado
devolverlo antes de que volvieras.-respondió como si fuese obvio. El
mayor rió ante las respuestas de su hermano. Lo conocía tan bien
que sabía que nunca rebajaría su orgullo en pedirle algo tan simple
como un libro.
-Voy a hacer la cena. ¿Qué es lo que
queréis?-intervino el rubio mayor.
-Lo que sea está bien. Me encanta la
comida de nii-chan-ttebayo.-respondió contento el rubio pero sin
dejar de mirar el libro. Pronto frunció el ceño y giró a ver al
azabache.
-Sasu... ¿qué significa esto?-le
preguntó.
-¿Qué parte?-le preguntó a su vez el
ojinegro mientras volvía su atención al libro.
-Esto.-respondió mientras señalaba el
final de la página.
Pronto ambos mayores se vieron
ignorados por los niños que siguieron hablando entre ellos. Sin más
el rubio pelilargo se encaminó hacia la cocina, siendo seguido por
el moreno. Una vez llegaron el primero comenzó a sacar ingredientes
de la alacena y la nevera mientras que el ojinegro se sentaba en la
mesa observándole.
-¿Vas a estar mirándome hasta que
acabe?-preguntó divertido y un poco nervioso el rubio.
-Pues... no tengo nada más interesante
que hacer.-respondió también divertido.
-¡Serás!-gritó el rubio sin saber
muy bien como insultarle. El mayor solo rió al ver la cara enojada
del menor.
-¿Y qué edad tienes Deidara?-le
preguntó un rato después.
-18. ¿Por qué?-le preguntó
confundido mientras ponía el agua a hervir.
-Mmm... curiosidad. ¿Y qué tienes
pensado estudiar?
-Pues.... me encanta el arte así que
había pensado entrar a una universidad especializada en
artes.-respondió sinceramente.
-Ya veo... ¿Y tienes alguna en
específico que te guste?
-La verdad es que no. Hay algunas muy
buenas pero no terminan de convencerme. ¿Y usted?
-¿Yo? Yo ya no estudio-dijo divertido.
-No eso. Mikoto-san ya me dijo que
trabajaba en una de las sucursales de las empresas Uchiha. Lo que le
pregunté es que edad tiene. No parece mucho mayor que yo la
verdad.-le dijo sin mirarle puesto que seguía cocinando.
-Hmp. Pues sino parezco tan mayor ¿por
qué me hablas de usted?-preguntó divertido el moreno. El rubio se
sonrojó intensamente ante aquellas palabras y giró para gritarle.
-¡Solo lo hago por que es lo
normal!-le recriminó avergonzado. Eso era verdad. A los donceles se
les educaba para que fuesen respetuosos con los varones, sobretodo si
eran mayores a ellos y si los acababan de conocer.
-Tengo 22 y además nuestras madres son
las mejores amigas, por lo que no hace falta que seas tan educado y
formal conmigo.-dijo encantado al ver el sonrojo del otro.
-Hmp. Haré lo que yo quiera.-respondió
el otro haciendo berrinche mientras volvía a girar para seguir con
lo suyo.
El moreno sonrió divertido.
Definitivamente ese doncel era único, no solo por su físico, que
era bellísimo, sino por su carácter. Era la persona más
interesante que ha conocido y no pensaba dejar que se marchase sin
por lo menos conocerle un poco mejor y ser amigos.
La cena estuvo lista en poco tiempo y
el moreno fue al salón a llamar a ambos niños mientras el rubio
preparaba la mesa. Al llegar los ojos del moreno se abrieron de
sobremanera al observar a ambos menores. Estos se encontraban en el
sofá sentados pero, había una pequeña diferencia a como estaban
antes. El rubio se encontraba de cara al azabache, sentado sobre sus
piernas y con los brazos alrededor del cuello ajeno mientras se
besaban. El beso era bastante pasional, teniendo en cuenta la edad de
ambos, puesto que era del tipo francés (con lengua). Observó como
las manos de su hermano se posaban en la cintura del rubio y lo
acercaba aún más hacia él.
Siguieron con el beso sin percatarse de
la presencia del mayor hasta que este carraspeó un poco. Los chicos
abrieron los ojos y le miraron: el azabache enojado por interrumpir y
el rubio sonrojado a más no poder.
-N-no se lo digas a Dei-nii.-le suplicó
el ojiazul avergonzado. El mayor asintió entendiendo. Durante la
conversación con el mayor pudo notar lo sobreprotector que era con
su hermano pequeño y, aunque le gustase molestar a su otouto, no iba
a dejar que Deidara matara a Sasuke.
Sin más fueron hacia el comedor, el
rubio todavía sonrojado, lo cual extrañó al mayor pero no dijo
nada. Cenaron tranquilamente y después ambos niños siguieron
“leyendo” en la habitación del azabache.
Al principio fue solo curiosidad por
parte del rubio menor.
*FlashBack*
-Nee.. ¿Sasuke
por qué se besan?-preguntó un curioso ojiazul.
-Pues porque se
gustan.-dijo sin más el otro.
-¿Entonces
cuando te gusta alguien es normal besarse?-volvió a preguntar.
-Supongo que
sí.-volvió a responder.
Entonces el
rubín se giró y colocándose sobre las piernas del otro le dio un
tierno e inocente beso. El azabache se quedó aturdido ante aquello y
le miró sin entender.
-Dijiste que
cuando dos personas se gustan es normal besarse, y como tú me gustas
te besé.-explicó ante la mirada sorprendida del otro.- ¿No debí
hacerlo?-le preguntó mientras sus ojos se aguaban un poco.
-N-no es eso. Es
solo que me sorprendiste. Pero no es eso a lo que me refería
Naruto.-dijo para que no llorase.
-¿Ehh? No
entiendo-ttebayo.-le miró confundido por sus últimas palabras.
-No solo deben
gustarse, sino que tienes que querer estar siempre con esa persona.
Besarse es una forma de demostrarse entre ellos que siempre estarán
juntos.-volvió a explicar.
-Ya veo... ¿coma
mamá con papá?-volvió a preguntar.
-Así es. Es
cuando dos personas prometen casarse y formar una familia.-volvió a
decir.
-Entonces yo me
casaré con Sasuke.-exclamó mientras le abrazaba por el cuello.
-¿Cómo?-preguntó
sorprendido.
-Sip. Es porque
quiero estar siempre contigo.-dijo feliz el rubio mientras le
sonreír.- ¿Acaso tú no quieres?-le miró preocupado. El otro le
acarició con ternura una de sus mejillas y sonrió levemente.
-Pues claro que
quiero.-respondió para besarlo otra vez.
*Fin
FlashBack*
Ambos estaban
sobre la cama cuando alguien llamó. Entonces oyeron la voz del rubio
mayor diciéndoles que la bañera ya estaba lista, que fuesen a
bañarse ya.
Los menores se
dirigieron hacia el baño mientras que el mayor se dirigió a la
habitación del moreno.
-¿Pasa algo?-le
preguntó al verle entrar con la cabeza gacha.
-¿Crees que soy
idiota verdad?-le preguntó a su vez el rubio.
-¿Deidara qué
pasa?-le preguntó preocupado por verle de aquella manera. Se iba a
levantar de la cama donde se encontraba sentado cuando el rubio se
lanzó a abrazarle.
-Dei-...
-¡Sasuke me
quitó a mi hermanito!-le interrumpió gritando mientras sollozaba en
el pecho ajeno.
-Deidara....
ambos son unos niños-intentó tranquilizarle mientras le acariciaba
levemente la cabellera rubia.
-Pues el morreo
que se dieron en el salón no era inocente, precisamente.-respondió
hipado levemente mientras le miraba con el ceño fruncido.
-Así que lo
viste...-suspiró mientras se masajeaba la sien. El rubio asintió
mientras se limpiaba las lágrimas con las manos.
-Pensé que
matarías a mi hermano en cuanto te enterases.-comentó extrañado.
-No podría
matar al hijo de Mikoto-san. Además de que estoy seguro que tanto mi
madre como la tuya esperaban que esto pasara.-respondió mientras
suspiraba.
Se mantuvieron
en silencio un buen rato hasta que el rubio cayó en cuenta de que
seguía sentado sobre el regazo del mayor mientras este le abrazaba
por la espalda. Se sonrojó de sobremanera para luego alejarse
rápidamente del ojinegro el cual sonrió divertido por el
comportamiento del rubio.
-Ni que nunca
hubieras estado cerca de un varón.-comentó.
-Para que sepas,
yo nunca he dejado que un varón estúpido me pusiera las manos
encima. Son todos unos pervertidos que lo único que quieren es pasar
el rato, para luego ir presumiendo por ahí con sus amigos.-le dijo
enojado por su comentario.
-Oye, no todos
somos así-se quejó el moreno haciéndose el ofendido.
-Hmp. Pues de
momento ninguno me ha demostrado lo contrario.-dijo ahora el ojiazul
sentándose en el borde mientras se cruzaba de brazos.
-Si te digo la
verdad, a mí me pasa exactamente lo mismo.-comentó el mayor,
llamando la atención del contrario el cual le miró indicándole que
siguiera.
-Todas las
mujeres y donceles que conozco no son más que personas fáciles que
se abrirían de piernas con tal de liarse con un tipo con dinero o
que esté bueno.-respondió a la pregunta muda del rubio, para a
continuación suspirar.
-Así que fue
eso.-murmuró el ojiazul.
-¿Qué?-preguntó
extrañado.
-Pues que ayer
mi madre y la tuya estaban hablando de nosotros. No entendí muy
bien, solo alcancé a oír que nosotros nos parecíamos. Supongo que
se referían a esto.-explicó.
-Jejeje si
supongo.-dijo divertido.
Ambos comenzaron
a reír ante aquella situación. Si sus madres hubiesen planeado que
se conocieran y se agradaran no creo que hubiese salido tan bien como
lo que había pasado naturalmente.
El ojiazul se
recostó boca arriba en el colchón mientras miraba hacia el techo.
El moreno, en cambio, se encontraba sentado a su derecha mirándole a
la cara.
-Deja de
mirarme.-murmuró el ojiazul sonrojándose mientras se colocaba de
lado, dándole la espalda al ojinegro.
-No puedo
evitarlo. Eres diferente a cualquiera que haya conocido
antes.-respondió mientras se acostaba también y le abrazaba por la
cintura.
-¿Qu-qué estás
haciendo?-le preguntó nervioso por la cercanía.
-Hmp.
Abrazarte.-le susurró al oído, lo cual ocasionó un escalofrío al
rubio.
-¿Y quién te
dio permiso para hacerlo?-le recriminó mientras intentaba que le
soltase. El moreno sonrió de lado, le giró para que volviese a
quedar boca arriba y se colocó sobre él.
-No te has
esforzado mucho por detenerme.-le volvió a susurrar haciendo que
temblase levemente.
-¿D-de qué
hablas?-le preguntó en un murmullo nervioso.
-Pues que para
odiar a todos los varones, viniste a mi habitación, me dejaste verte
vulnerable y, te recostaste en mi cama.-le enumeró las razones.
-¿Y eso qué
tiene que ver?-le preguntó algo enojado.
-Pues que
cualquier varón que se precie no podría resistirse a eso.-comentó
con cierta gracia. El rubio se enojó por ello.
-Como pensé.
Sois todos unos pervertidos.-dijo enojado mientras forcejeaba para
quitárselo de encima. Se sentía decepcionado por haber pensado que
ese varón era diferente.
-Pues sí, soy
un pervertido. Pero te diré una cosa rubio.-le respondió mientras
cogía ambas manos del contrario, las subía por encima de su cabeza
y las apretó con fuerza contra el colchón para evitar que se
moviese.
-¿Qué?-le
preguntó todavía enojado, todavía más por no poder mover los
brazos.
-Eres el único
por el que me he sentido atraído de esta manera.-le susurró al
oído. El rubio se estremeció al sentir el cálido aliento del
otro.- Nunca había querido estar con alguien como quiero estar
contigo ahora mismo.-volvió a susurrarle pero esta vez mordió
levemente el lóbulo de la oreja ajena. El ojiazul jadeó
sobresaltado por la sensación que le estaba recorriendo el cuerpo,
el cual había comenzado a temblar de la emoción. Ningún varón le
había excitado y atraído tanto como el que tenía encima. Ese
moreno era un completo adonis, un demonio de la seducción, y su
cuerpo imploraba por que jugase con él. Por sentir lo que era tener
a semejante varón tocándolo, mimándolo, acariciándolo y
excitándolo. Quería sentir que aquello podía tener futuro pero,
todo tenía una condición.
-¿Estar
conmigo.... de qué forma?-le preguntó en un susurro, esperando una
respuesta en concreto.
-Hmp. De todas
las posibles.-respondió, sin percatarse, en doble sentido y eso hizo
sonrojar al rubio pero también decepcionarlo de cierta forma.
-Si solo me
quieres para eso olvídalo.-le dijo para luego empujarle de encima y
con rapidez salir de aquella habitación.
El moreno se
quedó confundido por aquella acción de rubio, hasta que entendió
el doble sentido de sus propias palabras.
-Mierda.-murmuró
para sí mientras se levantaba a prisa de su cama y se dirigía hacia
la puerta para ir a buscar al rubio.
......
Continuará ......
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