Sweet
Valentine
Se oyó una leve explosión en una zona
de un edificio. En aquel lugar se podía observar a tres personas,
todos chicos: un pelirrojo de ojos rubí, piel pálida y unas
banditas en la cara; un peliplata de ojos jade y con un cigarro en la
boca y, por último, un lindo castaño de preciosos ojos miel.
Tres pares de ojos miraron a su
alrededor y suspiraron cansados.
-¡Esto es imposible! ¡A este paso
no lo lograremos nunca!-se quejó el peliplata bastante enojado.
-Tranquilo Gokudera-kun. Esto son
cosas que pasan.-habló dulcemente el castaño para intentar
tranquilizar a su amigo.
-Pero Tsuna-kun.... Gokudera-san
tiene razón. Llevamos una semana con esto y vamos de mal en
peor.-comentó deprimido el pelirrojo. El castaño le miró y
después viró su mirada hacia toda la estancia. El lugar estaba
hecho un completo desastre: boles junto con masa y mezclas estaban
esparcidos por el suelo; había harina y mantequilla por toda la
encimera; encima de la pica se encontraban muchos de los instrumentos
utilizados, todos sucios, junto con mucha agua casi al borde. Estaba
de acuerdo en que entre la poca paciencia de Hayato junto con la
torpeza de Enma y la suya propia, las cosas no habían iba muy bien
que digamos. Volvió a mirar a sus amigos y entonces rió divertido.
-¿Acaso importa? Estamos haciendo
esto porque queremos demostrarles con acciones lo que no decimos con
palabras. ¿Qué más da que no sea perfecto?-dijo sin dejar de
sonreír.
Los otros dos chicos se miraron entre
si, suspiraron y sonrieron levemente para luego volver a mirar a su
amigo/jefe.
-Tienes razón. Mientras nos
esforcemos estoy seguro de que les encantará.-concordó el
pelirrojo ya más animado al pensar en la reacción que tendría su
rubio novio.
-Tsk. Seguro que el idiota ni me
dejará terminar de dárselo.-comentó el ojijade, sabiendo que
su novio con tan solo ver la bolsita con su nombre se le lanzaría
encima para abrazarle y sonreírle de forma boba.
Los dos menores rieron ante el
comentario tan acertado del más alto. Iban a comenzar a limpiar para
así volver a empezar, cuando una idea se le pasó por la cabeza al
ojimiel.
-Chicos....-les llamó haciendo
que giraran a verle.
-¿Qué pasa Tsuna-kun?-le
preguntó el pelirrojo.
-Se me acaba de ocurrir una
idea.-comentó sonriendo entre divertido y malicioso lo cual
causó que un escalofrío recorriera a ambos chicos. De verdad que el
castaño pasaba demasiado tiempo con Reborn y Kyoya. Suspiraron y
asintieron sin ni siquiera preguntar ya que preferían no saber lo
que el menor tramaba. Este sonrió y salió de la cocina diciéndoles
que comenzasen sin él mientras iba a buscar lo necesario.
/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////
En otra parte se encontraban un moreno
de ojos marrones con una sonrisa en la cara, un rubio ojiazul que
tenía una tortuga sobre su hombro y, finalmente, se encontraba un
azabache de ojos grises metalizados que mostraba una mueca de
fastidio en el rostro.
-¿Me pregunto qué demonios estarán
haciendo?-habló el moreno.
-Ni idea. Llevan una semana huyendo
de nosotros, atrincherándose en el departamento de Enma.-comentó
mientra suspiraba el rubio.
-¿Y se puede saber qué estoy
haciendo yo aquí?-preguntó ahora un molesto azabache puesto que
lo habían sacado de su despacho a la fuerza y todo para que
estuviesen frente al apartamento del herbívoro pelirrojo, que se
parecía a su herbívoro, sin hacer nada.
-Vamos Hibari.... ¿no tienes
curiosidad por saber qué está haciendo Tsuna ahí?-le preguntó
ahora el moreno al azabache.
-No me interesa. No es como si el
herbívoro estuviese haciendo algo malo.-respondió con desgano
mientras suspiraba y rodaba los ojos con hastío.
-¿Y tú como lo sabes? ¿Te dijo
algo Tsuna que nosotros no sepamos?-le preguntaron acusadoramente
ambos a la vez.
-Lo que me diga o deje de decir no
es asunto vuestro.-respondió con enojo mientras se giraba
dispuesto a irse.
-¡Espera Kyoya! No seas así y
dinos si sabes algo.-le habló suplicante el rubio. El azabache
solo suspiró otra vez, sabiendo que seguirían insistiendo hasta que
hablase, por lo que prefirió decir lo que sabía de una vez.
-Solo me avisó que tenían algo que
querían probar y que como ninguno sabía, lo harían juntos para
ayudarse por si hacían algo mal.-explicó pero una vez terminó
se dio cuenta de lo mal que había sonado todo aquello.
-Kyoya....-le llamó sin saber
como seguir el rubio.
-¿Te diste cuenta de lo mal que
sonó eso?-preguntó ahora el moreno mirándole con una ceja
alzada. El mencionado solo asintió al tiempo en que fruncía el
ceño.
-¿Te lo dijo exactamente con esas
palabras?-le preguntó el rubio con curiosidad. El azabache no
era tonto por lo que se habría dado cuenta de que algo no iba bien
si el castaño le hubiese dicho aquello con aquellas palabras.
Por otra parte el azabache no respondió
sino que se quedó unos minutos en silencio rememorando cuando el
ojimiel fue a hablar con él.
*Flashback*
El ojigris se encontraba sentado en la
silla de su despacho leyendo unos documentos como era su costumbre.
En ese momento la puerta se abrió mostrando a un lindo castaño de
ojos miel aunque él ya lo sabía sin levantar la mirada puesto que
su herbívoro novio era el único que podía entrar sin llamar y no
ser “mordido hasta la muerte”.
-¿Necesitas algo herbívoro?-le
preguntó pero sin mirarle. Era algo extraño que el menor fuese a
verle teniendo en cuenta que las clases no habían terminado todavía.
-E-esto.... Kyoya...-le llamó
algo nervioso al parecer sin saber muy bien qué decir. El mayor
suspiró, dejó los documentos sobre el escritorio y mirando al
castaño palmeó sus piernas señalándole que se sentase sobre
ellas.
El pequeño solo asintió y se acercó
hasta él para luego sentarse donde le indicó, quedando de lado al
mayor. El ojigris pasó un brazo por la cintura contraria para que no
se cayese y entonces le miró, esperando a que comenzase a hablar.
-Verás.... hay algo que quiero
pedirte.-habló con voz bajita el menor pero mirándole a la vez
que se sonrojaba lindamente.
-¿El qué?-preguntó
suprimiendo su sorpresa. Pocas veces eran en las que el menor le
pedía algo.
-Bueno....¿po-podemos... dejar de
vernos esta semana por las tardes?-preguntó de carrerilla, tan
rápido que al mayor le costó un poco entenderle. Una vez lo hizo
frunció el ceño ante aquella petición.
-¿Por qué?-demandó saber y
ante aquella mirada y voz tan fría el castaño volvió a bajar la
mirada nervioso y temblando un poco. A causa de ello el moreno se
relajó un poco puesto que no quería que el ojimiel se asustase y
así volver a la relación que tenían antes de empezar a salir.
-Tsunayoshi.... ¿porqué me estás
pidiendo eso?-le preguntó ahora algo más tranquilo y con la voz
más suave. El menor suspiró y volvió a mirarle.
-Bueno.... es que hace un par de
días me entró curiosidad algo que vi en una revista y quise
intentar hacerlo pero....-comenzó pero paró para hacer un
tierno y lindo puchero.-... no hay manera de que me salga.-se
quejó con los mofletes hinchados.
-¿Y eso que tiene que ver?-le
preguntó divertido el mayor mientras le miraba con ternura.
-Pues.... que le pregunté a Enma y
Gokudera-kun si me podrían ayudar. Ellos aceptaron ya que le pareció
buena idea intentarlo pero.... solo podemos hacerlo después de
clase.-le explicó mirándole a son de disculpa.
-¿Y es tan importante lo que
quieres hacer?-le preguntó con curiosidad.
-¡Si!-casi le gritó lo cual le
sorprendió de sobremanera.
-¿Y qué es? Tal vez pueda ayudarte
yo.-le comentó puesto que no quería tener que dejar de pasar
tiempo con su novio.
-¡Ni hablar! ¡No puedes!-volvió
a gritar sorprendiéndole aún más.- Qui-quiero decir....-murmuró
avergonzado al darse cuenta de su reacción.-.... es algo que
Kyoya no puede saber.-susurró más para sí que para el mayor.
-Si vas a hacer algo que no puedes
decirme pues no me digas que lo vas a hacer idiota.-comentó algo
enojado el moreno.
-¡N-no es eso! Te prometo que si me
sale bien serás el primero al que se lo enseñaré ¿si?-le dijo
mirándole con ojitos de cachorrito apaleado. Esa imagen causó
estragos en el mayor pero suspiró para controlarse.
-¿Realmente no puedes decirme qué
es?-le preguntó intentando convencerlo.
-Gomen pero....es algo que te
gustará de seguro.-le susurró al oído haciendo estremecer el
cuerpo ajeno. El moreno tragó saliva con algo de dificultad ante
aquel tono insinuante que había utilizado el menor en decirle
aquello.
-Entonces.... ¿me das permiso
verdad?-le preguntó mientras le lamía el lóbulo de la oreja y
acercaba su cuerpo completamente al mayor. Ahora se encontraba
sentado a horcajadas encima suyo, con las piernas a cada lado de la
cadera ajena, por lo que podía sentir el miembro de su novio crecer
aún dentro de los pantalones.
-S-si... no se de...que se trata
entonces....-intentó hablar pero el menor había comenzado a
mover las caderas y restregarse contra su “amigo” por lo que le
estaba costando concentrarse.
-Demo Kyoya....-le susurró al
oído sin para sus movimientos.-...te prometo que te recompensaré
por esperar.-finalizó el susurro para después besar, morder y
lamerle el lóbulo de la oreja.
-Em.... es-está bien....pero más
te vale recompensarme de la mejor forma posible.-accedió para
seguidamente atacar los labios de su pequeño y lindo novio.
*Fin flashback*
Después le pudo hacer de todo al pobre
castaño que al día siguiente no se pudo ni parar de la cama.
Aquello hizo sonreír pervertidamente al mayor lo cual dio a suponer
a sus dos acompañantes la forma en la que el castaño le había
convencido. Suspiraron derrotados y pensaron seriamente en irse pero
entonces un fuerte estruendo se oyó dentro del departamento por lo
que entraron con rapidez preocupados por sus parejas.
Abrieron la puerta de una patada y
corrieron hacia el origen de la explosión. Una vez estuvieron allí
se sorprendieron por lo que encontraron y, antes de que los menores
se diesen cuenta de su presencia, se escondieron tras la pared.
-Itaee....-se oyó la voz del
pelirrojo en un quejido.
-Tch. Ya te dije.... que hacerlo en
la cocina.... no era buena idea.-se quejó ahora el castaño con
la voz algo entrecortada.
-Go-...men... ¿se encuentra
bien.... Juudaime?-le preguntó el peliplateado también hablando
con algo de dificultad.
-Si....es solo que esta posición
duele...-se oyó otra vez al ojimiel.
Los tres semes tenían caras
diferentes:
Yamamoto tenía una expresión
realmente seria; Dino una entre sorprendido y deprimido y; Kyoya...
pues él tenía el rostro gacho y tapado por su flequillo sin dejar
entreber la furia y el dolor que sentía en ese momento. Los tres se
sentían traicionados por sus parejas y se sentían unos completos
idiotas por haber dejado que les viesen la cara de tontos durante
vete tu a saber cuanto tiempo.
Sin decir nada los tres salieron de
allí sin hacer el más mínimo ruido. Lo último que les faltaba
sería que ellos se diesen cuenta de su presencia y pusiesen alguna
excusa para justificar todo aquello.
Por otra parte los menores seguían en
la cocina sin percatarse de nada y, ahora os explicaré porqué los
mayores tuvieron esas reacciones.
Tsuna y Gokudera se encontraba sobre la
mesa, el segundo sobre el primero mientras que el castaño se
mantenía de piernas abiertas con el peliplateado entre ellas. El
pelirrojo se encontraba sentado en el suelo sobándose la cabeza
mientras tosía un poco. Por fin la gran masa de humo de harina se
dispersó del todo y pudo ver a sus amigos.
-Chicos... ¿estáis bien?-les
preguntó al ver la cara de dolor del ojimiel.
-La verdad es que no.-se quejó
el menor.
-Lo siento mucho Juudaime.-se
disculpó el ojijade mientras se quitaba de encima.
-Es-está bien, no pasa nada.-dijo
mientras se masajeaba la espalda.
-Gokudera-san te dijimos que no
hicieses eso.-le recriminó el de ojos rubí ya que por culpa del
corto temperamento del peliplateado la olla explotó ocasionando que
el pobre castaño se diese contra la mesa del lugar.
-Gomen...-se volvió a disculpar
ya que por su culpa su querido Décimo se había hecho daño.
-Que no pasa nada chicos. Estoy bien
¿si? Sigamos o sino realmente no terminaremos nunca.-les dijo
para tranquilizarlos aunque el golpe seguramente habría dejado una
marca que pronto se tornaría morada.
-De acuerdo.-asintieron ambos y
juntos volvieron a comenzar con su trabajo.
Un par de horas después por fin habían
conseguido hacer unas galletas que fuesen comestibles y, por lo
menos, la decoración tampoco había sido un desastre.
+El pelirrojo hizo unas de normales con
un toque avainillado y, para la decoración había utilizado
chocolate blanco y un pequeño dibujo de una tortuga en cada una de
ellas. Las colocó en una pequeña bolsita verde algo transparente y
las ató con un lazo rojo junto con una tarjetita en la que le
felicitaba el día de los enamorados y con un “te quiero”.
+El ojijade hizo unas de chocolate
negro y cubrió la mitad en chocolate blanco haciendo la forma del
ying-yang. Utilizó una bolsa azul transparente y el lazo era blanco
aunque por su parte no colocó ningún mensaje puesto que las
galletas ya lo decían todo: “tu eres el ying y yo el yang”.
+Por último tenemos las del castañito.
Este había hecho unas de masa normal, al igual que Enma, pero
también utilizó trocitos de galletas. La decoración consistía en
un pequeño corazón en el centro de ellas que había rellenado con
mermelada de fresa. Después había espolvoreado azúcar glas por
encima y listo. A continuación las había colocado en una pequeña
cajita morada y la había atado con un lazo naranja. Al igual que el
pelirrojo había puesto una notita dentro de la caja en la cual le
había escrito unas simples palabras: “cielo y nube”.
Contentos con el resultado de su arduo
trabajo los tres sonrieron y procedieron a limpiar todo el desastre
que habían causado en la pobre y maltrecha cocina. Una vez
terminaron de recoger y limpiar el lugar tanto ojijade como ojimiel
se marcharon a sus respectivos hogares puesto que ya era muy tarde.
Cabe comentar que los tres lindos ukes estaban muy nerviosos porque
el día siguiente era el tan esperado día de San Valentín y no
sabían como iría todo.
/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////¬/////
Era mediodía y los lindos ukes estaban
realmente molestos puesto que sus novios les habían estado evitando
desde que llegaron a la escuela. Al principio pensaron que había
sido casualidad el que ninguno de los tres les hubiese ido a buscar
aquella mañana, como ya era costumbre desde que habían comenzado a
salir, pero a medida que avanzaba el tiempo se dieron cuenta de que
realmente les estaban evitando. Enojados porque todo su esfuerzo de
aquella semana iba a ser inútil sino conseguían darles sus regalos
decidieron que ya era hora de actuar.
Consiguieron que los tres se reuniesen
en la azotea: a Yamamoto fue fácil, solo le dejaron una nota en el
casillero citándolo allí, puesto que aunque tuviese pareja seguía
siendo muy amable y rechazaba todas las confesiones en persona; a
Dino simplemente le dijeron a Romario que lo llevase hasta allí y;
con Kyoya también fue bastante fácil: hicieron correr el rumor de
que habría una pelea y sabiendo lo mucho que el pelinegro ama la
escuela era imposible que no fuese a parar aquello.
Cuando los semes llegaron al lugar
ellos salieron de detrás suyo y cerraron la puerta con llave, la
cual había conseguido Tsuna gracias a la ayuda de Kusakabe.
-¿Ahora nos vais a decir porqué
nos habéis estado evitando?-preguntó con voz seria el
peliplateado.
-No se de que nos hablas.-respondió
el ojigris.
-No nos tomes por tontos Kyoya.-dijo
un enfadado ojimiel el cual le miraba severamente.
-Realmente no sabemos de lo que
estáis hablando.-comentó el rubio desviando la mirada hacia su
mano derecha, al cual fulminó con la mirada al comprender que le
había engañado para hacerle ir hasta allí.
-Deja de comportarte como un niño
Cavallone.-habló ahora el ojirubí mirándole seriamente. Un
escalofrío recorrió todo el cuerpo del rubio al oír su apellido
puesto que si el menor lo llamaba por él significaba que estaba
realmente enojado.
-Aquí los niños sois
vosotros.-dijo el beisbolista también algo enojado.
-¿Ah? ¿Se puede saber que te pasa
Takeshi?-le preguntó entre confundido y molesto su novio.
-Pues que sino hubieseis estado
jugando como críos nada de esto estaría pasando.-dijo el otro
moreno.
-¿De qué-
-Es cierto. Desde un principio solo
habéis estado burlándoos de nosotros y ya nos dimos cuenta de
ello.-interrumpió el rubio al ojimiel.
-¿Burlándonos?-preguntó un
confundido pelirrojo.
-¿De qué habláis?-preguntó a
su vez el castaño sin entender nada de lo que pasaba allí.
-Tal vez yo pueda aclarar las
cosas.-comentó una voz algo infantil.
-¿Reborn?-dijo sorprendido el
décimo al ver aterrizar a su tutor en la terraza con un Leon
transformado en paracaídas.
-Veréis. Vosotros habéis estado
haciendo algo sin decirles el qué a vuestras parejas....-empezó
a explicar señalando primero al grupo de ukes. Estos solo asintieron
sin comprender todavía lo que tenía que ver eso con el
comportamiento de sus parejas.-.... pues vuestros novios fueron a
ver qué hacíais pero solo se quedaban delante del departamento sin
llegar a entrar.-siguió y al parecer ya empezaron a entender de
qué iba la cosa.- Bien, el caso es que vieron a Tsuna y Gokudera
en un posición algo insinuante al igual que oyeron cosas que se
podían malinterpretar.-finalizó y como apareció de repente se
esfumó de igual forma.
-¿Posición insinuante?-se
preguntó a sí mismo el castaño.
-¿Palabras malinterpretantes?-hizo
lo mismo el peliplateado.
-¡Ah! ¡Ya sé! ¡Seguramente fue
de la última explosión que hubo donde quedasteis en esa
postura!-mencionó el pelirrojo y entonces fue como si una
bombillita se prendiera en la cabeza de los otros dos chicos.
-¡Ah claro!-exclamaron ambos a
la vez y después de unos breves segundos comenzaron a reír.
-¿Se puede saber qué es tan
divertido?-preguntó un enfadado moreno.
-Si... nos encantaría reírnos
también.-habló de igual forma el rubio.
-Sois idiotas.-comentó con
simpleza el ojijade mientras se secaba las lágrimas a causa de la
fuerte risa.
-Si.... lo que visteis no es lo que
parece.-dijo ahora el ojirubí.
-Pues claro.... ¿porqué iba yo a
engañarte?-le preguntó el ojimiel al moreno mientras le
abrazaba por el cuello y le miraba con cariño a la vez que sonreía
y se sonrojaba levemente. Aquello sorprendió a todos puesto que
ninguno le había visto moverse aunque el mayor le abrazó por la
cintura sin ser consciente de ello.
-Pero... lo que vimos y
oímos....-susurró el de ojos cafés.
Los tres ukes se miraron entre si y
después giraron a mirar con ternura a sus semes. Se habían puesto
celosos por nada pero aún así les gustaba ya que les demostraba lo
mucho que les quieren.
-Podemos enseñaros lo que pasó de
verdad.-dijo el pelirrojo que también se había acercado hasta
su rubio y le había dado un suave beso en la mejilla.
-¿Cómo?-preguntó el moreno
que seguía hipnotizado viendo los ojos miel de su pareja.
-Tsuna.... ¿lo trajiste?-le
preguntó el ojijade al menor. Este solo asintió en respuesta y
sonrió contento.
-Al final si que fue una buena
idea.-comentó soltando una leve risita.
Sin perder el tiempo llevaron casi a
rastras a sus semes hasta la sala de audiovisual. Los obligaron a
sentarse y pusieron un vídeo.
“Se ve la imagen moverse hasta
quedar quieta enfocando hacia un mismo lugar. Al parecer estaba sobre
algún armario porque enfocaba hacia abajo.
-Oye Tsuna-kun, ¿estás seguro
de esto?-preguntó un lindo pelirrojo el cual llevaba un delantal
y tenía parte de la cara manchada de harina.
-Está bien... así podremos ver
qué estamos haciendo mal, para después no repetirlo.-respondió
un contento castaño el cual también llevaba un delantal y estaba
manchado pero con lo que parecía una especie de masa amarilla.
-Juudaime... tiene masa de las
galletas en la cara.-comentó un divertido ojijade.
-¿Eh?-se apresuró a
limpiarse mientras se sonrojaba.
El vídeo continuaba hasta que llegó
a la parte de la explosión donde la olla había salido volando y,
por acto reflejo el peliplateado se había colocado delante del
castaño para protegerlo pero, a causa de la poca visibilidad y la
sorpresa, el menor terminó cayendo de espalda sobre la mesa,
llevándose consigo al más alto.
Después se veía la escena que
ellos encontraron y después donde el pelirrojo salía sobándose el
trasero ya que él había caído de culo al suelo. A continuación se
observaba la corta conversación que tuvieron, al igual que la cara
de dolor del castaño para, finalmente ver como seguían cocinando.”
-Todavía me duele la
espalda.-comentó algo divertido el ojimiel una vez la filmación
había terminado. Por respuesta recibió unas suaves caricias en el
lugar dañado por parte de su pareja. El castaño se encontraba
sentado sobre las piernas de su novio y este le abrazaba por la
cintura con una mano y la otra la utilizaba para masajear la zona
adolorida. El menor le sonrió en agradecimiento por aquel dulce
acto.
-Y bien....-comenzó el ojirubí.
-¿Ahora nos creéis en que fue un
malentendido?-preguntó algo divertido el peliplata.
-Si... lo sentimos. Sacamos
conclusiones precipitadas cuando debimos de haberos preguntado
directamente.-se disculpó el rubio agachando la cabeza con
tristeza.
-Está bien, no pasa nada Dino.-le
dijo con una sonrisa de ternura a su novio mientras le abrazaba por el
cuello desde atrás, puesto que el rubio seguía sentado mientras que
él se encontraba de pie detrás suyo.
-Ya sabía que eras un idiota así
que me esperaba algo así.-comentó burlón el peliplata pero le
cogió la mano al mayor, puesto que se encontraba sentado a su lado,
al tiempo en que miraba hacia otro lado avergonzado. El moreno solo
sonrió dulcemente ante lo tímido que podía llegar a ser su novio.
-Bien... con esto
aclarado...-comenzó el castaño.
-Si es verdad.... ya es hora de que
os lo demos.-continuó el pelirrojo.
-Cierto... no tengo ganas de cargar
con esto más tiempo.-finalizó el peliplateado.
Sin separase de donde estaban buscaron
algo en sus respectivas mochilas y cuando lo encontraron se sonrieron
y asintieron al mismo tiempo.
-¡Feliz San Valentín!-dijeron
los tres a la vez mientras entregaban los dulces a su respectiva
pareja.
-Gracias...-susurraron ellos a
la vez que aceptaban los presentes.
Los abrieron al mismo tiempo y se
sorprendieron por lo que encontraron. El moreno sonrió feliz y
abrazó efusivamente a su pareja el cual suspiró y se sonrojó
puesto que sabía que aquello pasaría. El rubio alzó al pelirrojo
en brazos a la vez que le besaba por toda la cara mientras repetía
“gracias” una y otra vez. Por último el azabache apretó
aún más el agarre en la cintura ajena, le susurró un “gracias”
al oído y después le besó dulce y tiernamente. Una vez se
separaron se sonrieron mutuamente sin necesidad de decir nada más.
Más tarde aquella noche. Todos los
semes se encontraban en sus respectivos cuartos con sus respectivas
parejas durmiendo al lado. Ellos solo sonrieron al verles y después
viraron sus miradas hacia los presentes que habían recibido de ellos
aquel día.
-Gracias por este dulce San
Valentín.-murmuraron los tres a la vez que se recostaban y
abrazaban a sus ukes con cariño, para así caer profundamente
dormidos.
......FIN......
No hay comentarios:
Publicar un comentario