jueves, 23 de febrero de 2017

RaC- Capítulo 07

Capitulo 7


-Yo también te quiero Naruto.-dijo el azabache.
El rubio al oír esa palabras se le iluminaron los ojos y comenzó a llorar de felicidad mientras inesperadamente se lanzaba a abrazar al ojinegro.
El mayor se dedicó a acariciarle el cabello para tranquilizarle mientras correspondía al abrazo. Una vez el ojiazul ya estaba más tranquilo se separó del azabache.

-¿Te quedas a dormir?- le preguntó en un susurro al oído a su, ya oficial, novio.
-Emm...está bien.-accedió con un ligero sonrojo.

El mayor le besó y luego lo llevó a su habitación. Una vez llegaron acorraló al rubio contra la puerta cerrada y le volvió a besar de forma desesperada para después......
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Después de que el azabache mayor se llevara a rastras a su rubio novio los dos estuvieron hablando un rato para que al ojiazul se le pasara el enfado. Al mayor no le costó mucho el distraerlo al darle una tanda de tiernos y castos besos.

Un rato mas tarde, un rubio pelilargo estaba recostado en la cama del mayor con el azabache encima de él. Los dos estaban besándose apasionadamente, sus lenguas rozaban entre si, se lamían y succionaban. Sus salivas se mezclaban entre si y los gemidos eran silenciados y cortados entre sus labios juntos. Las manos del azabache no dejaban de recorrer el cuerpo ajeno haciendo que este se estremeciera bajo suyo y haciendo que él sonriera interiormente al saber que era el único que tenía el derecho de tocar ese cuerpo bajo suyo y producirle esas sensaciones.
Finalmente dejaron de besarse por culpa de la escasez de aire dejando solo un hilo de saliva uniendo sus bocas.
-Umm...Itachi...-jadeó el rubio mientras recuperaba el oxígeno.
-Dime.-respondió este de igual forma mientras bajaba una de sus manos acariciando el pecho y vientre del rubio por sobre la tela hasta llegar al final de esta y colar una de sus manos dentro.
-N-no deberíamos...-dijo entrecortado a causa de los escalofríos que le estaban produciendo las caricias del mayor.
-¿Porqué?- preguntó el azabache mientras acariciaba uno de los pezones del rubio.
-Aah...mmm...-gimió el rubio. “¿Cuando ha...?” se preguntó mentalmente al verse sin camisa y con el mayor acariciando aquí y allá.
-Vamos Dei... ¿porqué no?- volvió a preguntar sin dejar de acariciar el pecho ajeno.
-Por que... yo... aammm...- intentó responder pero en su cabeza no conseguía formular una respuesta coherente.
-Hmp. Solo...déjate llevar.-le susurró al oído.

Las caricias del azabache fueron pasando a mayor. Cuando se percató de que los pezones de su novio ya se estaban endureciendo lo suficiente, sonrió ladinamente y se agachó hasta rozar uno con su lengua. A continuación procedió a lamer, chupar y morder levemente ese botoncito rosa de su lindo novio, el cual solo podía jadear y gemir a causa de las acciones del ojinegro.
Seguidamente hizo lo mismo con el otro hasta dejarlos bien mojados, duros y rojos. Posteriormente fue bajando por el vientre del rubio dando pequeños besos y lamidas hasta llegar al ombligo donde se detuvo para simular embestidas con su lengua en ese pequeño orificio.
Al oír el gemido procedente de la boca de su novio sonrió y siguió bajando hasta llegar al borde del pantalón. Volvió a sonreír, subió otra vez para darle un candente beso al rubio y con su mano comenzó a desabrochar el pantalón ajeno.
Para cuando terminaron el beso el ojiazul se percató de que el muy... “bueno” de su novio ya le había quitado los pantalones y tenía toda la intención de hacer lo mismo con su ropa interior. Además de que no se había percatado de cuando se había quitado su dichosa ropa quedando en las mismas condiciones que él.
Al ver el buen formado torso del mayor no pudo evitar sonrojarse además de notar como el miembro del azabache pedía liberarse de la cárcel que representaban los boxers del mayor.

-He...¿Te gusta lo que ves?-preguntó el mayor con lascivia al ver como el rubio le observaba fijamente mientras se sonrojaba.
Ante las palabras del mayor el rubio no pudo evitar sonrojarse aún más mientras ladeaba la cabeza en otra dirección sin saber que responder a la pregunta del azabache.

-Qu-qué te lo has creído.-respondió este sin mirarle a la cara.

El mayor solo sonrió, ya se esperaba esa respuesta por parte de su obstinado y testarudo novio, aunque ese sonrojo en su rostro le decía que estaba mintiendo.
Sin más hizo que el rubio le mirara y le besó. Al principio fue un beso lindo y tierno para luego pasar a ser uno candente y apasionado.
Cuando se separaron los dos estaban jadeando y un hilo de saliva era lo único que unía sus bocas.
El mayor dirigió su mano hasta el miembro del rubio y lo acarició por sobre la tela. El ojiazul gimió ante el contacto y eso hizo que el mayor sonriera con amor ante la reacción del ojiazul.
Coló su mano dentro del boxer ajeno acariciando toda la extensión del blondo.

-Aaahh...-gimió el rubio. Se tapó con el antebrazo la boca al ver que aquellos sonidos vergonzosos luchaban por salir de ella.
-Vamos Dei... no te reprimas. No sabes... cuanto me excita oírte.-susurró excitado mientras acariciaba más rápido el miembro del rubio y le apartaba el brazo de la boca.
-Cá-cállate... id-idiotaah...-le replicó sonrojándose de sobremanera mientras ladeaba el rostro.
-Hmp.
El pelinegro sonrió y luego se acercó para besar apasionadamente al rubio mientras aumentaba la velocidad con la que le masturbaba.
En poco tiempo el rubio se corrió en la mano del mayor y este se la lamió ante la avergonzada y agitada mirada azul.

-Deidi... ¿podemos hacerlo?- preguntó el mayor demasiado excitado en ese momento, mirándole con todo el deseo y lujuria que podía trasmitir.

-Y-yo...n-no se...-respondió algo cohibido. Era la primera vez que se sentía de esta manera y en la que estaba así con alguien...

El mayor se dio cuenta de lo que quería decir su novio así que sonrió con ternura le dio un casto beso en los labios y ante la atenta mirada de su rubio se tumbó a su lado.
-¿Itachi?-preguntó este confundido al ver la reacción del mayor mientras se acomodaba en el pecho del pelinegro y le miraba.
-Tranquilo. No te voy a forzar a seguir además de que acabamos de empezar a salir y supongo que es demasiado pronto.-respondió mientras le pasaba un bazo por la cintura y le acariciaba el cabello rubio relajándolo.
-¿Estás seguro?-preguntó el rubio medio adormilado por las caricias del mayor.
-Hai. No te preocupes por eso.-respondió con dulzura.

El rubio quería creer en las palabras del pelinegro pero... había cierta parte de su anatomía que le hacía dudar sobre la sinceridad del mayor.
Sin más se levantó un poco del pecho del mayor para luego sonreirle tímidamente. El mayor le miraba confundido y no entendió lo que planeaba el rubio hasta que sintió un suave roce en su entrepierna que le hizo soltar un jadeo.

-¿Dei estás seguro?-preguntó sorprendido.
-Solo...déjame hacerlo.-respondió este mientras se sonrojaba sin dejar de acariciar el miembro del ojinegro sobre la tela.

Cuando el rubio estaba por deshacerse de esa estorbosa tela escucharon un fuerte ruido procedente de la habitación adyacente a la suya.
Al rubio le salió una vena en la frente mientras se levantaba de inmediato y más rápido de lo que canta un gallo se vistió y se encaminó hacia la habitación de al lado, sabiendo perfectamente que era la del Uchiha menor. El pelinegro solo suspiró y negó con la cabeza mientras se vestía y seguía a su rubio novio, no sin antes mirar el pequeño problema que tenía entre las piernas.

En la otra habitación.

El mayor acorraló al rubio contra la puerta cerrada y le volvió a besar de forma desesperada para después cogerle en brazos y llevarlo hacia su cama. Estaba en ello cuando sin querer le dio un golpe a la mesa de noche que había al lado de la cama haciendo que se cayera de ella la pequeña lámpara de noche que se encontraba sobre esta.

Ante el ruido se separaron y miraron el objeto inanimado. Lo ignoraron para volver a besarse mientras el azabache recostaba al rubio en la cama. Este se dejó hacer e incluso le correspondía con más efusividad pasando sus brazos alrededor del cuello ajeno para intentar profundizar el beso aún más. Lo único que quería en ese momento era sentir el calor procedente del cuerpo del mayor, ni siquiera el aire que estaba empezando a escasear le importaba.
Se separaron unos segundos para mirarse a los ojos y recuperar el aire necesario para sus pulmones. Se miraron fijamente un buen rato, negro noche y azul cielo, era una gran sensación hipnotizante la que les embargaban. Iban a volver a besarse cuando la puerta se abrió de golpe, otra vez, dejando ver al rubio mayor.
Este ni siquiera les dio tiempo para decir algo cuando golpeó en la cabeza al azabache, cogió del brazo a su hermano y salió de allí arrastrando al menor.

-¡Oye!- se quejó el azabache por ambas acciones, el golpe y que se llevara al rubio de aquella manera.
-¡Cállate!-vociferó con enfado el rubio mayor.- Itachi nos vamos.-dijo acercándose para darle un leve y casto beso y seguidamente siguió arrastrando al menor hacia la salida de la casa.

Una vez se escuchó el portazo que dio el rubio mayor al irse el pelinegro mayor encaró a su hermano pequeño mientras negaba con la cabeza y suspiraba.

-¿No podías esperar?-preguntó de forma cansina.
-No he echo nada malo.-respondió el menor sobándose la zona de la cabeza afectada por el golpe propiciado anteriormente por el rubio mayor.
-Yaaa... Deidi te regañó cuando os encontramos en el salón y a ti no se te ocurrió otra cosa mejor que volver a hacer lo mismo pero en tu habitación.-dijo sin dejar de mirarle.
-Solo nos estábamos besando. No tenía intención de hacer nada más.-se justificó el menor.
-Si ya. ¿Entonces cómo explicas lo que tienes entre las piernas?-preguntó con sorna señalando la parte mencionada.
-Hmp. Bien podría decir lo mismo Aniki.-respondió de igual forma el menor.
Se miraron de forma seria por varios minutos para luego suspirar frustrados.
-Es bastante entretenido el ver que ninguno de los dos ha conseguido nada con ese par de rubios.-comentó otra voz a sus espaldas.
Los dos hermanos miraron fijamente a Sai el cual ni se inmutó por las miradas envenenadas que eran dirigidas hacia su persona.
-Sai ¡cállate!-dijeron ambos finalmente. Haciendo que este sonriera con más gracia si cabía.

La verdad es que los dos estaban bastante frustrados por ello. Ese par de rubios estaban como querían y ellos no habían podido avanzar más que algunos besos candentes y, en el caso del mayor, caricias por el cuerpo y poco más. Los dos suspiraron para cada uno encaminarse a su propia habitación y darse una laaaarga ducha de agua fría. La necesitaban seriamente la verdad.

Mientras por la calle se podía observar a dos rubios, uno era arrastrado por el otro.
-Dei-nii.-se quejaba el rubio menor ante la fuerza que ejercía el mayor en su muñeca. De pronto el mayor se detuvo y giró para encarar a su hermano pequeño.
-¿Cómo se te ocurre?-preguntó enojado.
-¿De qué hablas?-respondió con otra pregunta el menor.
-¿Qué hacías en la habitación de ese pervertido?-preguntó otra vez gritando más de lo que ya lo estaba haciendo anteriormente.
-Dei-nii, ¡cálmate!-gritó ahora el menor.- Solo nos estábamos besando además, tú también estabas en la habitación de Itachi-san.-le recriminó el menor esta vez.
-Pero lo mio es distinto.-se defendió el mayor.
-¿Distinto en qué?-preguntó ahora el menor enojándose.
-Pues de que Itachi y yo somos pareja.-respondió el mayor.
-¿Y qué te hace pensar que yo dejaría a Sasuke-sempai hacer lo que hizo sino lo fuéramos?-preguntó ahora más enojado si cabe el menor.
-Eso quiere decir...-no terminó la frase de lo atónito que estaba. El menor solo se sonrojó y asintió levemente con la cabeza mientras la ladeaba.
-Si... ya somos... pareja.-confirmó en un susurro.
El mayor solo suspiró mientras se tranquilizaba al oír las palabras de su otouto.
-Bueno... pero aunque ya lo seáis no dejes que se sobrepase.-dijo mirándole fijamente.
-Si, ya lo se.-respondió el menor con una leve sonrisa.

Sin más los dos, ya más tranquilos, se encaminaron hacia su casa hablando de lo que había sucedido ese día. Además de que el rubio menor le recriminó a su hermano el que no haya podido llevarse el trabajo por el que había ido inicialmente a la casa del azabache menor.

En casa de los Uchiha, por otra parte, los dos hermanos se habían encerrado en sus respectivos cuartos, más específicamente en sus propios cuartos de baño.

Sai seguía divertido por lo que había pasado con sus primos pero ahora se encontraba en su propia habitación pensando en cierto pelirrojo que le traía loco.

Fue sacado de sus pensamientos al oír el teléfono sonar. Suspiró, se levantó de su cómoda y mullida cama y bajó las escaleras para atender al teléfono que desde hacía un buen rato no había dejado de sonar.

-¿Diga?-preguntó al descolgar el teléfono.
-¿Sai, podemos hablar?-preguntó una voz que él reconoció al otro lado de la línea.
-¿Gaa-chan?-preguntó sorprendido.




......Continuará......

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